El acto de vestir se ha percibido históricamente como una acción de ocultamiento
del cuerpo, en el que el sujeto se amolda a las exigencias de las prendas y a su
vez al sistema que las impone. Dentro de la industria de la moda, las mujeres
asumen diferentes roles, desde costureras en las maquilas de confección, hasta
consumidoras finales que se someten a tallas y estilos definidos, para
corresponder con los cánones establecidos por esta industria.
En esta exposición las artistas Luisa María Granada Fuentes y Nathalia
Montenegro Giraldo, exploran el vestir y la costura como actos autobiográficos, a
través de los cuales reflexionan en torno a su experiencia como mujeres y artistas
costureras. Teniendo en cuenta que el trabajo de ambas se encuentra situado
entre la moda y el arte, disciplinas que si bien son cercanas en términos de sus
búsquedas plásticas y estéticas, han sido vistas como irreconciliables, debido en
muchos casos a dinámicas económicas y de género. Ellas reivindican la costura,
como una práctica que les permite apropiarse de los códigos textiles a la vez que
de su imagen corporal en un acto de memoria, en el que coser es narrarse a sí
mismas.
Dentro de esta exposición podemos ver las prácticas textiles y el vestido desde
dos perspectivas diferentes. Luisa María, por su parte propone un diálogo entre
el diseño de modas y el arte, entendiendo el ejercicio textil como un hecho
introspectivo en el que la historia personal y los objetos que la evocan, son el
insumo para confeccionar piezas que se mantiene en el límite entre el vestir como
acto enunciativo y como acto de memoria atemporal. Estas prendas escultóricas,
aluden a la silueta del cuerpo como forma de encarnar experiencias. Aunque
imitan las formas conocidas de la indumentaria, escapan de esta genealogía y se
resisten a ser percibidas como objetos de consumo, que validan su función en el
uso.
Por otro lado, Nathalia, explora la costura como un acto comunitario y
participativo de construcción social, en el que no solo fabrica prendas, sino que
además teje redes empáticas que promueven el cuidado colectivo, como soporte
de su quehacer artístico. Al apropiarse del proceso de confección, desestabiliza la
relación tradicional que existe entre los cánones estereotípicos del ser mujer, en
relación con la moda y la imagen corporal. Ya que al confeccionar las prendas con
las que se viste, celebra su cuerpo haciendo uso de formas, texturas, cortes y
colores, que responden a su intención y no a la reiteración de roles sociales.
Esteban Sánchez Sánchez