Sin utilizar ni una palabra, Alfredo Garzón ha construido el más eficaz discurso sobre la tragedia de la civilización contemporánea. Es una conminación yerta y cortante en torno del fracaso de la sociedad y de los individuos. Todo, sirviéndose de una neta línea en tinta china que enjaula, aturde en laberintos, condena a la soledad más espantosa.
Hay algo raro. En una entrevista a El Espectador aparecida el primero de mayo de 2012, simultánea con la publicación del primer volumen de sus Cartones, Garzón hizo elogio de la palabra: ¨una imagen vale mil palabras, pero sin palabras no hay imaginación, no hay imagen… La palabra es lo único que tenemos¨.